viernes, 11 de octubre de 2013

ESTRATEGIAS DE MANIPULACIÓN. 8. ESTIMULAR A LA GENTE A SER PERMISIVA CON LA MEDIOCRIDAD


 Esta estrategia consiste en promover que el público llegue a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…Algo que parece una estupidez, tratándose de nosotros, nada menos que la especie que presume de inteligencia.

           Pero funciona. ¡Vaya si funciona! No hay más que hacer un barrido por las televisiones en horario de máxima audiencia. ¡Oh, la audiencia! Palabra mágica que todo lo envuelve y justifica. Pues ahí, sin ir más lejos, ya encontraremos ejemplos abundantes de la mediocridad como modelo. Y no hace falta, creo, poner nombres ni de personas ni de cadenas. Claro que el público está obligado a ser complaciente con la mediocridad que se le ofrece, pues se da por hecho que eso es lo que el público demanda. Un auténtico círculo vicioso cuyo resultado es el apetecido: más y más de lo mismo. Y una sociedad TELEdirigida.

           Vemos continuas entrevistas a personajillos cuya mayor hazaña ha sido poner los cuernos, vivir del cuento o dar patadas a un balón a precio de oro, catetos que apenas saben articular cuatro palabras más tras el obligado comienzo: “bueno, pues…” (por cierto, ¿es necesario televisar los gargajos de un futbolista sobre el césped?) Chabacanería, chismes, casquería, muchas risas, reality show y griterío; mucha gente joven y guapa, eso sí, incluyendo por supuesto a la duquesa de Alba; gente de moda y pasarela, gente de anuncio… ¿Queda alguien normal por ahí? ¿Dónde quedan intelectuales y gente con algo que decir? No, no me refiero ahora a los políticos.

          Gran protagonismo juvenil. Pero una juventud tan sólo presencial, sin valores del pasado ni esperanzas de futuro. Juventud uniformada por las modas, becarios trajeados creyéndose jefes de personal. Pasotismo a espuertas, eso es fundamental: ante todo juventud apática, cortando de raíz su rebeldía. Con mucho videojuego, vida nocturna y botellón. Y algún refugio, claro, a la falta de acomodo: bien sea en el frikismo, exaltación de lo ridículo, bien sea en marginales y ya previamente desprestigiados grupos radicales.

La banalidad, puesta de moda en las lecturas, en la programación audiovisual y en los modos de comportamiento,  corresponde al gusto por lo insustancial y a la necesidad de lo superfluo; es el fruto del entrenamiento de la sociedad en la superficialidad en la valoración de tener sobre el ser, en la falta de espíritu crítico. Y que nos pase la vida sin ocuparnos de algo que de verdad importe.

 

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