Llevados por
la ola de indignación ante las desgracias en que nos ha sumido el capitalismo
global con su estafa de la crisis y también montándose en las alas de la
propaganda neocón que inunda sobre todo quizás las redes sociales, algunos con
aspiraciones (primero ocultas y más tarde declaradas) han aprovechado la
oportunidad para reescribir nuestra historia política reciente, la historia de
la democracia desde el 78, a su antojo y conveniencia, como si aquí sólo
hubiera habido corrupción y robo. La deslegitimación de lo que llaman “el
régimen del 78” y la Constitución, el sueño de algún que otro intelectual del
golpismo agazapado que ahora puede ver llegado su momento.
Algo
tremendamente injusto y peligroso, pues no se trata de una crítica hacia el
funcionamiento de las instituciones para mejorarlas, sino de cuestionar las
instituciones mismas para echarlas abajo sin más, un cuestionamiento
generalizado de los partidos políticos, sindicatos, monarquía…haciendo de todo
un magma impregnado de “la misma mierda” en la que no queda títere con cabeza…
Toda esta corriente de
descalificación parte del objetivo neoliberal de reducir y abaratar el Estado, desacreditar
políticos, cargarse sindicatos, pegar el hachazo a derechos y conquistas
sociales y el estado de bienestar. Pero no están solos los neoconservadores en
ese acoso y derribo al Estado y sus instituciones. Son muchos los que picarán
el anzuelo lanzado por astutos y bien pagados equipos de propaganda del nuevo
orden mundial. Ingenuamente unos, otros seguirán la corriente con intenciones
menos ingenuas.
Llama la
atención el desparpajo, el descaro y la prepotencia de tanto recién llegado al
mundillo de la política, descalificando a todo bicho viviente sin distinguir ni
entre churras y merinas ni entre galgos y podencos.
No voy a perdonar de ninguna de
las maneras que estos oportunistas, que si algo han hecho hasta ahora ha sido
beneficiarse de cuanto ha costado sangre, sudor y lágrimas para levantarlo y
ponerlo al servicio de tod@s, quieran hacer tabla rasa de décadas y décadas de
lucha sindical, política y ciudadana para lograr… lo que se ha podido; siempre
poco en comparación con lo que los esfuerzos y la dignidad del pueblo
merecerían, pero ahí está. Y siempre amenazado: sanidad pública, enseñanza
generalizada, sistema de becas, pensiones, servicios sociales, leyes de igualdad,
negociación colectiva, reconocimiento de derechos…
La derecha
ha sido incapaz de condenar los crímenes del franquismo y ahí siguen esparcidos
en cunetas y campos miles de víctimas de compatriotas que fueron asesinados por
el simple hecho de defender la legalidad que Franco vino a cargarse con un
golpe de estado. Ya solo faltaba que gente que se declara de izquierdas se
uniera al coro de los que sin ser “ni de izquierdas ni de derechas” quieren
barrer un pasado de luchas, sufrimiento, cárcel, clandestinidad, exilio,
despidos en empresas, solidaridad y entrega de trabajo, ilusión y tiempo
personal sin cuenta por el bien común.
Igual que
pido que la justicia se haga cargo del corrupto, pido justicia y reconocimiento
para tanto esfuerzo y lucha de un pasado en el que la izquierda nunca tuvo un
camino fácil.
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