Para el neoliberalismo, la ideología del capitalismo global o “nuevo orden
mundial”, el objetivo prioritario es la concentración
de poder y riqueza en unas élites mediante el saqueo de los bienes y derechos de la población, acabar con los
logros que la ciudadanía ha venido conquistando con sangre, sudor y
lágrimas, con gobiernos básicamente socialdemócratas y sindicatos de clase. Así entiendo esta crisis-estafa que nos viene machacando sobre todo a los países del sur de Europa, los denostados PIGS; como una asalto del neocapitalismo a las conquistas sociales de las últimas décadas.
Para la derecha española, hay que
tenerlo claro, el enemigo ha sido tradicionalmente el PSOE y ningún otro más que el PSOE; porque
es el partido que ha podido reunir en torno a él mayoría suficiente para
disputarle el poder y, por tanto, el enemigo a batir.
El primer
paso para la consecución del objetivo prioritario de la derecha debía ser asestar el golpe de gracia a ZP en un
gobierno ya muy asediado por la crisis-estafa del neocapitalismo financiero
mundial; ZP se había negado a adoptar las medidas que se le venían exigiendo
(eso que llaman “negar la crisis”) atreviéndose incluso a poner en marcha
tímidamente algún plan de inversión pública para reactivar el empleo (por
ejemplo, aquel plan E del que se
burlaron hasta la saciedad los de la derecha que ya empezaban a relamerse).
Pero el capitalismo financiero no iba a permitir de ninguna de las maneras
que un país se saliera del guión
establecido por la mercadocracia y, mediante los movimientos especulativos
propios de una estafa a gran escala, iniciaron sus movidas de salida de capitales, agencias de calificación, subida de la prima de riesgo a niveles que hacían prohibitiva la inversión pública e
incluso afrontar los gastos corrientes. A la vez, se exigía una bajada drástica del déficit en cuantía y tiempo
récord para llevarlo a cabo, sin otra salida que establecer medidas de
austeridad y recortes drásticos.
Y llegó el golpe definitivo, en
forma de chantaje sí o sí, desde la
especulación financiera atacando a la deuda soberana y la imposición desde la
Troika y la derecha europea el famoso cambio
constitucional del artículo 135, una chapuza a mi entender innecesaria. Pero ése fue el golpe definitivo que
la derecha necesitaba no sólo para noquear
a ZP, sino para dejar al PSOE en estado de shock, incapacitado para hacer oposición y por supuesto incapacitado para
presentarse a corto plazo como
alternativa de gobierno.
Y así nos cayó el gobierno que el capital necesitaba, con un inútil como Rajoy aupado a la mayoría absolutísima por los
errores del gobierno anterior, por los beneficios de una ley electoral injusta
y sobre todo, paradójicamente, por los ataques que la derecha europea (mayoría
del PP allí incluida) estaba infringiendo a la población, ataques que, por
supuesto, desde el gobierno de la nación iban a continuar y aumentar en grado
superlativo.
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