domingo, 18 de enero de 2015

LA HORA DE LOS OPORTUNISTAS


Con el fin bien interesado de ocupar puestos y cargos públicos de relevancia, aparece una nueva élite de pretendidos dirigentes que se han elegido a sí mismos como representantes de la voz del pueblo, voz que ellos han estado usurpando para manipular durante unos años sobre todo a través de redes sociales y platós de televisión privados. Pues estos nuevos aspirantes se unen al coro del desprestigio ya bien desarrollado por los voceros del neoliberalismo, pero con un fin un tanto distinto: el quítate tú, que me pongo yo.

 

           El oportunismo tampoco lo hemos inventado nosotros: hay ejemplos para dar y tomar a lo largo de la historia y a lo ancho de la geografía universal. Curioso que todas estas mentes privilegiadas que vienen a traernos soluciones de ensueño sólo aparezcan en los momentos ya típicos y tópicos: en el momento del oportunismo, un parásito muy ligado a las épocas de vacas flacas para la gente, un parásito del dolor y la miseria ajena.

 

            Y los oportunistas no aparecen de cualquier manera: vienen sobradamente preparados y también  sobrados de cinismo y prepotencia. Lo han sabido aprovechar todo, desde la propaganda neoliberal que ya lleva décadas marcando su tendencia hasta la apropiación de la protesta callejera (bien lo saben Cayo Lara o Beatriz Talegón, que lo sufrieron en vivo y en directo por “atreverse” a participar en un desahucio o en una manifestación; o los sindicatos, tantas veces insultados y boicoteados en las mismas protestas callejeras), presentándose como movimientos ciudadanos, apartidistas, sin banderas… qué listos! para luego poder echar en cara a partidos o sindicatos no haber estado en las protestas o acciones callejeras o anti desahucios. Y no digamos ya de qué forma se han aprovechado de las ideas, trabajo, lucha, ilusión y sobre todo estructura de comunicación desarrollada por las Asambleas del 15M.

 

Los nuevos aspirantes también quieren monopolizar la lucha contra la corrupción, hasta el punto de que si no te unes a ellos es que estás con la casta, formas parte del problema y toda una serie de frases descalificatorias que tienen preparadas para que sus fieles difundan por las redes. Una lucha contra la corrupción un tanto  curiosa. Porque la corrupción que ahora se airea no es en su mayor parte producto de ahora, es de épocas en las que una actividad frenética que alimentaba la burbuja y el consumismo nos cegaba, nos impedía ver lo que todos veíamos y nos impedía hablar de lo que todos sabíamos. Pero eran tiempos en los que hasta CajaMadrid concedía becas de estudios, el entonces príncipe presidía los actos y estrecharle la mano no era acto de sumisión…en fin, que eran otros tiempos, verdad?

 


 

Y debe ser lo habitual; que en los años de abundancia cerramos los ojos (ojos que no ven…) y pelillos a la mar, porque estamos a otras cosas. Igual que ahora los intereses oportunistas también ciegan a los que pretenden aprovecharse de los deslices de otros en el pasado para labrarse su propio futuro en cargos públicos.

 

A mi entender, la clave para utilizar la corrupción como instrumento o herramienta de desprestigio del sistema político de partidos está en atribuir la corrupción no al CORRUPTO con nombre y apellidos sino al PARTIDO o INSTITUCIÓN detrás de cuyas siglas se esconde.

 

De esa manera dejamos de lado el terreno de la justicia y pasamos al terreno que a algunos les interesa muchísimo más: el de la descalificación política. Porque si reparamos en lo que transmiten los medios es la sensación de que la corrupción está instalada casi exclusivamente en el mundo de la política (pero a la vez las grandes empresas obtienen beneficios mientras despiden, evaden capitales e impuestos, el sistema financiero quiebra y se lo rescatamos…). Lo que interesa entonces no es acabar con la corrupción, sino al contrario, el aireamiento continuo de los abundantes casos que se irán sumando al proceso descalificatorio. Un gran salto.

 

Y por supuesto, no pararse ahí. No hay que poner puertas al campo de la manipulación. Sigamos un paso más y cualquier caso de corrupción aireado por la prensa no será asunto del individuo corrupto en cuestión ni de su partido correspondiente, no. Ahora es corrupción del BIPARTIDISMO.

 

Y este es un momento clave, pues aquí ya habremos conseguido que, como por arte de magia, todos los desmanes del partido que está en el gobierno sean a la vez cargados a la cuenta del principal partido de la oposición.

Con lo cual no sólo estamos abortando la función de la oposición al gobierno con cierta eficacia, sino abortando que el principal partido de la oposición sea alternativa de gobierno. ¡Menudo chollo para el partido en el poder! ¿Será casualidad que le haya tocado a los que siempre les toca la lotería? Casualidades, las justas.

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