Con el fin bien interesado de ocupar
puestos y cargos públicos de relevancia, aparece una nueva élite de pretendidos
dirigentes que se han elegido a sí mismos como representantes de la voz del
pueblo, voz que ellos han estado usurpando para manipular durante unos años sobre
todo a través de redes sociales y platós de televisión privados. Pues estos nuevos
aspirantes se unen al coro del desprestigio ya bien desarrollado por los voceros
del neoliberalismo, pero con un fin un tanto distinto: el quítate tú, que me
pongo yo.
El oportunismo tampoco lo hemos
inventado nosotros: hay ejemplos para dar y tomar a lo largo de la historia y a
lo ancho de la geografía universal. Curioso que todas estas mentes
privilegiadas que vienen a traernos soluciones de ensueño sólo aparezcan en los
momentos ya típicos y tópicos: en el momento del oportunismo, un parásito muy
ligado a las épocas de vacas flacas para la gente, un parásito del dolor y la miseria
ajena.
Y los
oportunistas no aparecen de cualquier manera: vienen sobradamente preparados y
también sobrados de cinismo y
prepotencia. Lo han sabido aprovechar todo, desde la propaganda neoliberal que
ya lleva décadas marcando su tendencia hasta la apropiación de la protesta
callejera (bien lo saben Cayo Lara o Beatriz Talegón, que lo sufrieron en vivo
y en directo por “atreverse” a participar en un desahucio o en una
manifestación; o los sindicatos, tantas veces insultados y boicoteados en las
mismas protestas callejeras), presentándose como movimientos ciudadanos,
apartidistas, sin banderas… qué listos! para luego poder echar en cara a
partidos o sindicatos no haber estado en las protestas o acciones callejeras o
anti desahucios. Y no digamos ya de qué forma se han aprovechado de las ideas,
trabajo, lucha, ilusión y sobre todo estructura de comunicación desarrollada
por las Asambleas del 15M.
Los nuevos aspirantes también
quieren monopolizar la lucha contra la corrupción, hasta el punto de que si no
te unes a ellos es que estás con la casta, formas parte del problema y toda una
serie de frases descalificatorias que tienen preparadas para que sus fieles
difundan por las redes. Una lucha contra la corrupción un tanto curiosa. Porque la corrupción que ahora se
airea no es en su mayor parte producto de ahora, es de épocas en las que una
actividad frenética que alimentaba la burbuja y el consumismo nos cegaba, nos
impedía ver lo que todos veíamos y nos impedía hablar de lo que todos sabíamos.
Pero eran tiempos en los que hasta CajaMadrid concedía becas de estudios, el
entonces príncipe presidía los actos y estrecharle la mano no era acto de
sumisión…en fin, que eran otros tiempos, verdad?
Y debe ser lo habitual; que en
los años de abundancia cerramos los ojos (ojos que no ven…) y pelillos a la
mar, porque estamos a otras cosas. Igual que ahora los intereses oportunistas
también ciegan a los que pretenden aprovecharse de los deslices de otros en el
pasado para labrarse su propio futuro en cargos públicos.
A mi entender, la clave para
utilizar la corrupción como instrumento o herramienta de desprestigio del
sistema político de partidos está en atribuir la corrupción no al CORRUPTO con
nombre y apellidos sino al PARTIDO o INSTITUCIÓN detrás de cuyas siglas se
esconde.
De esa manera dejamos de lado el
terreno de la justicia y pasamos al terreno que a algunos les interesa
muchísimo más: el de la descalificación política. Porque si reparamos en lo que
transmiten los medios es la sensación de que la corrupción está instalada casi
exclusivamente en el mundo de la política (pero a la vez las grandes empresas
obtienen beneficios mientras despiden, evaden capitales e impuestos, el sistema
financiero quiebra y se lo rescatamos…). Lo que interesa entonces no es acabar
con la corrupción, sino al contrario, el aireamiento continuo de los abundantes
casos que se irán sumando al proceso descalificatorio. Un gran salto.
Y por supuesto, no pararse ahí.
No hay que poner puertas al campo de la manipulación. Sigamos un paso más y cualquier
caso de corrupción aireado por la prensa no será asunto del individuo corrupto
en cuestión ni de su partido correspondiente, no. Ahora es corrupción del
BIPARTIDISMO.
Y este es un momento clave, pues aquí
ya habremos conseguido que, como por arte de magia, todos los desmanes del
partido que está en el gobierno sean a la vez cargados a la cuenta del
principal partido de la oposición.
Con lo cual no sólo estamos abortando la función
de la oposición al gobierno con cierta eficacia, sino abortando que el
principal partido de la oposición sea alternativa de gobierno. ¡Menudo chollo
para el partido en el poder! ¿Será casualidad que le haya tocado a los que
siempre les toca la lotería? Casualidades, las justas.
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