Una acción propagandística no
alcanzará el éxito pretendido si no sabe utilizar a las mil maravillas el factor sorpresa. Este principio de la
mercadotecnia quizás los expertos lo han aprendido de ese tipo de volcanes cuya erupción surge como venida
de la nada, aunque debajo de la
tierra todo se estaba fraguando mucho tiempo antes, pero sin mayores
señales a la vista.
Tanto el 15M como Podemos son dos
fenómenos que surgen sorpresivamente;
básicamente debido a la costumbre de los medios oficiales de comunicación de
ignorar los procesos sociales que no consideran relevantes; pero ambos
lanzamientos han tenido un largo periodo de preparación y calentamiento, sobre
todo a través de las redes sociales. Nadie, excepto algún ingenuo, pensará que
surgen espontáneamente; tampoco las setas nacen de pronto, por la lluvia:
tienen que estar bajo tierra las esporas.
Pasaré por encima de todo lo que ha
supuesto el 15M, movimiento asambleario y
de respuesta indignada a la crisis-estafa, que durante 3 años ha
desarrollado un trabajo ingente, de
discusión, estructura de comunicación, y de lucha en la calle contra abusos del poder y sobre
todo contra privatizaciones y desahucios…un trabajo inmenso, como para escribir
varios libros. Mi respeto y admiración por tanta gente luchadora y solidaria: los
imprescindibles.
Y me centraré en lo que, bajo mi
punto de vista, ha supuesto una descarada apropiación del trabajo de tanta
gente por un selecto grupo de amiguetes que se preparaban su futuro, que manejaban
sin dar la cara, desde el anonimato, un
grupo de aspirantes a desalojar del poder a los que des-califican de “casta”
para colocarse ellos. Un grupo de élite universitaria que, en el momento
oportuno, se presentan autoproclamándose
“líderes” de un partido sobre las bases de un movimiento horizontal, sin
líderes. Preguntado Carlos Taibo
por su opinión sobre Podemos responde así:
Y es que en realidad es el
partido de un pequeño grupo de profesores universitarios que quieren hacerse
pasar por “la voz del pueblo”. El club
de amigos promotores, con el núcleo principal en la facultad de Políticas de la Universidad Complutense de Madrid,
habían estado preparando el lanzamiento, muy activamente a través de las redes
sociales, esperando el momento oportuno:
las europeas de 2014. Los resultados no es que fueran tan espectaculares:
los que proclamaban ser “el 99 %” se quedaron rozando el 8 % ; pero
sorprendieron a quienes venían despreciando la existencia de movimientos sociales y cientos de
asambleas en ciudades, pueblos y barrios, todas ellas conectadas por una red de
comunicación que ya quisiera para sí cualquier otro partido político.
Que había intenciones disimuladas (y
autores interesados) lo delataban hechos extraños, pero que entonces se
acompañaban con toda clase de argumentos. Alguien necesitaba acaparar en exclusiva el protagonismo de la
protesta en la calle para que se produjera prácticamente la prohibición de
ir a las manifestaciones con banderas o símbolos de partidos y sindicatos:
-que se expulsara a Cayo Lara (IU) de la
participación en una acción anti-desahucio en Tetuán
-O los
reiterados intentos de boicot a la
presencia sindical, los reiterados insultos a los sindicatos “traidores” y
“pagados por el Estado”.
En fin, que al calor de una
estafa, la que llaman crisis, se iba a añadir lo que yo considero otra suerte de estafa:
la de un grupo de oportunistas que,
desde la sombra, estaba preparando todo lo necesario para lanzar a sus líderes
a apropiarse del trabajo y estructura de un movimiento que, paradójicamente, era horizontal,
apartidista y sin líderes.
Los oportunistas no aparecen en
cualquier momento, no. Justo en el oportuno: salen justo para la campaña de unas
elecciones europeas en las que el PP
necesitaba la división del voto de izquierdas para seguir siendo el primer
partido, ganar las europeas. Y no sólo lo consigue: inmediatamente, el PP
tuvo la “ocurrencia” de cambiar
la ley para las elecciones locales, de forma que sería premiada “la lista más votada” para que de ella
saliera el alcalde. Era la siguiente pieza del puzzle que encajaba
perfectamente en el plan de la derecha. El revuelo de oposición a semejante pucherazo y las
dudas por los resultados de las encuestas aconsejaron al PP dejar el plan en
vía muerta.
No nace en un momento cualquiera:
nace en el momento preciso para evitar
que el relevo al PP, totalmente desprestigiado por su incompetencia,
corrupción y alineamiento con las políticas más nocivas para la población, sea un gobierno de alianza de izquierdas,
básicamente PSOE e IU. Porque sin
dividir a la izquierda, la derecha en este país no tiene nada que hacer. Y lo
saben.
No nace como cualquier otro
partido nuevo, no. Con un apoyo muy
claro en determinados medios de comunicación privados, caracterizados por
negar el pan y la sal a muchos otros partidos. No sé en qué cabeza cabe que los
dueños de medios privados de televisión van a dar cancha continua generosamente
a líderes de movimientos calificados de radicales y revolucionarios. Quien
no se plantee al menos que puede haber gato encerrado, revise cómo anda el nivel crítico de su cerebro porque probablemente ya
anda bajo mínimos
No nace como cualquier otro
partido, con un ideario o un programa. Podemos sale a las europeas sin ser
siquiera partido configurado. Aquí con unas
cuantas consignas requeterretuiteadas por las redes como mantras que
prenden como la pólvora al calor de la indignación de la crisis-estafa, todo
resuelto: PPSOE, bipartidismo, 15/97, 135, casta, gente, miedo, constituyente o
TTIP; pero eso sí, a eso lo llamarán debate.
No sale como cualquier otro
partido, como por ejemplo UPyD, no. Sale sobre
unas bases aseguradas. Aprovechándose del movimiento asambleario del 15M,
apartidista y sin líderes, de la gente que viene trabajando en asambleas,
protestando en calles y plazas, de la estructura de comunicación que cientos de
Asambleas tienen en todo el país y fuera de él,
P M Iglesias tiene el descaro de
plantar su cara en el logo de la papeleta del nuevo partido.
Con un lenguaje radical pillado de aquí y allá y unas propuestas iniciales usurpadas
del programa de IU, partido en el que algún dirigente podemita militó y al
que asesoró por supuesto cobrando; montados sobre la desafección ciudadana hacia “los políticos”, como consecuencia de
la crisis, la corrupción y amplificada con abundante propaganda; y sobre una
base considerable de activistas y participantes en los movimientos sociales, el
nuevo partido viene con la ambición de
dominar el tablero desde la centralidad, con la clara determinación de acabar con el supuesto “bipartidismo”;
pero no porque 2 partidos les parezcan pocos sino porque en realidad aspiran a
ser el partido único, el de la gente, el pueblo, el del 99 %... El programa
consiste en que el descontento sea tal que los votantes de los grandes partidos
los abandonen y se vayan con ellos; y también los votantes de los partidos pequeños, a los que
anteriormente la propaganda decía que “había que votar” y ahora ya no.
Esa ambición por dominar el
tablero desde la centralidad no sólo les hace renegar del término “izquierda”, sino que califican de “trileros”
de la política a quienes siguen llamándose “izquierda” porque el catecismo
podemita ha establecido que ahora hasta
IU es casta (no así los Botín, en declaraciones del elegido secretario por
Podemos en Madrid, Jesús Montero) y la lucha ahora es de “los de abajo que vamos a por los
de arriba” (pero con el apoyo de los de arriba, incluidos los dueños de
ciertas cadenas privadas de TV). Tiene que renegar al término “izquierda”
porque no va a admitir a IU como “animal de compañía”, pues le estorba
en el objetivo de dominar el tablero
desde la centralidad
Como perlas del programa
revolucionario, estas dos: “el miedo va a cambiar de bando” (lo
que a mí entender supone una idea de la justicia como venganza) y el “tic-tac,
tic-tac” que alude al ansia de
ocupar el poder sin que al parecer importe la sustancia del programa
político de un partido que no es “ni derecha ni izquierda”. Pero el
colmo de la burla, la frase de P M Iglesias el día que soltó aquello de “el
cielo no se toma por consenso sino por asalto”. Burla y desprecio
colosal, pues precisamente “el consenso” había sido una de las características
esenciales del 15M. El consenso sí es “más democracia”. El asalto… tendrán que
explicar qué es.