Agradezco al Presidente Pedro
Sánchez que en su artículo Un
hombre de Estado al servicio de España publicado en El País, destacara en
estos dos párrafos precisamente la que yo considero que fue la gran pasión de Rubalcaba: la
enseñanza, la educación pública. Dice así:
“Con el regreso de la democracia, España
afrontaba el reto de progresar social y económicamente. Queríamos parecernos a
los países más avanzados de las entonces Comunidades Europeas, un auténtico
anhelo tras la larga noche del franquismo. Y para ello era fundamental situar a
España en niveles de desarrollo educativo similares a los de Francia, Alemania
o Reino Unido. Nuestro país sufría niveles de analfabetismo intolerables, y el
número de estudiantes de educación secundaria y superior eran impropios del
país que queríamos ser. Con apenas 35 años, en 1986, Alfredo Pérez Rubalcaba
asumió la Secretaría de Estado de Educación, y en 1992 se convirtió en ministro
de Educación y Ciencia de Felipe González. Su labor fue clave para conseguir
uno de los logros que más nos enorgullecen como socialistas, pero, sobre todo,
como españoles: la universalización de la educación pública y la reforma del
sistema educativo.
España
avanzó en cinco años lo que otros países habían tardado décadas en conseguir.
Ese fue uno de los grandes logros de Alfredo,
sin duda, y el que más destacaba él mismo cuando se le preguntaba por su
trayectoria política”.
Como
se resalta en este otro artículo, Rubalcaba fue un hombre que no
dejó nunca de vibrar por la educación. Y así lo demostró. Su puerta de
entrada y de salida fue la enseñanza, su puesto de profesor de Química Orgánica
en la Universidad Complutense.
En
efecto, Rubalcaba fue uno de los artífices más destacados de la Ley Orgánica 1/1990 de 3 de octubre, de Ordenación General
del Sistema Educativo, la LOGSE, una obra gigantesca y quizás por ello
también muy denostada desde la derecha más recalcitrante: la adaptación de nuestro sistema educativo a
la Constitución, así como homologar la enseñanza española a los sistemas educativos de la Europa
más avanzada.
Porque
la LOGSE no fue una ocurrencia ideológica al calor de un cambio de Gobierno; fue
una obra ingente que se levantó sobre
multitud de trabajos, durante años, de cientos o miles de grupos de trabajo,
la mayoría sin duda de profesorado, pero también de otros sectores de la
sociedad, aportando ideas para una renovación pedagógica de urgente necesidad
en el país.
Tampoco
se implantó deprisa y corriendo: otra característica singular de la LOGSE es
que, una vez fijado el cuerpo de la forma educativa, dispuso de un periodo de experimentación en centros
que voluntariamente se prestaron a llevar a cabo los planes de la Reforma,
antes de su implantación con carácter general en el Estado.
El punto de partida de
la ley es el Artículo
27 de la Constitución Española de 1978. Este punto de partida es esencia para
comprender la nueva Ordenación de nuestro Sistema Educativo, ahora sí, basado
en los principios constitucionales; un sistema que considera la educación como derecho del individuo para
su pleno desarrollo, que inició una gestión
democrática de los centros y que estableció un sistema descentralizado de enseñanza en España al permitir
que las Comunidades Autónomas no sólo gestionasen los centros
educativos, sino que pudieran redactar un porcentaje muy importante de los
contenidos curriculares.
El nuevo sistema
educativo español, configurado con los principios y valores de la Constitución,
“se orientará a la consecución de los
siguientes fines previstos en dicha Ley:
a) El pleno desarrollo de la
personalidad de los alumnos;
b) La formación en el respeto
de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y
de la libertad, dentro de los principios democráticos de convivencia;
c) La adquisición de hábitos
intelectuales y técnicas de trabajo, así como de conocimientos científicos,
técnicos, humanísticos, históricos y estéticos;
d) La capacitación para el
ejercicio de actividades profesionales;
e) La formación en el respeto
de la pluralidad lingüística y cultural de España;
f) La preparación para
participar activamente en la vida social y cultural;
g) La formación para la paz,
la cooperación y la solidaridad entre los pueblos”.
Se sentía la necesidad de incorporarse a los modelos educativos
europeos y de asumir un
modelo más acorde a los nuevos cambios
tecnológicos surgidos en educación. Así, se optó por potenciar un sistema
de enseñanza de metodología constructivista
y el aprendizaje significativo frente al memorismo excesivo de la enseñanza
tradicional; también se elige un tipo de currículo
abierto y flexible, con diferentes niveles de concreción (Leyes estatales o
autonómicas, centro, aula o incluso alumno en particular), y adaptando los
contenidos a los conocimientos y esquemas psicológicos de los alumnos.
La nueva Ley
aspiraba a acabar definitivamente con el
analfabetismo (incluyendo la atención a la Educación de Adultos y la atención al alumnado con Necesidades
Educativas Especiales) mediante la generalización
de la enseñanza obligatoria y gratuita, ampliándola hasta los 16 años, 2 años más que la
anterior EGB: ahora son 6 cursos de Primaria y 4 de Secundaria Obligatoria, la
ESO. La educación es considerada como un medio primordial para la igualdad de oportunidades.
Con la idea de conectar la educación
con la sociedad, se desarrolla el concepto de Comunidad Educativa y los Consejos
Escolares adquieren un papel relevante en los centros, como la capacidad
para elegir a los directores y tomar decisiones sobre la gestión del Centro
Reguló la Educación Especial para alumnado con “Necesidades Educativas
Especiales”, aparece el concepto de
“Integración”, dotando a los centros de recursos para atender a las
necesidades especiales.
Para cumplir el objetivo de la calidad de la enseñanza había que
atender a la renovación pedagógica del
profesorado. Para ello, el Ministerio convocó cursos de formación para las
nuevas especialidades (como la Música) y creó una red nacional de Centros de
Profesores (CEP) para la Formación
Permanente del profesorado. Sobre todo fue decisiva esa red para la introducción de las Nuevas Tecnologías o el
idioma, las Áreas de Educación Artística y nuevas metodologías. Se
introducen nuevas especialidades y se exige la habilitación correspondiente
para ejercerlas. En el plan de renovación pedagógica entraba también la
incentivación de la jubilación anticipada. Todos los Centros recibieron material bibliográfico completo para ayudar
al profesorado a desarrollar las nuevas tareas de programación, elaboración
del Proyecto Curricular de Centro, la programación de aula y material de apoyo
metodológico para el desarrollo de las distintas áreas (las famosas Cajas Rojas
y las Cajas Azules), una recopilación de material impresionante. La Ley
contempla la evaluación del propio
sistema, mediante las memorias anuales sobre la actividad y resultados
académicos de cada curso.
Se definió la función de inspección como servicio de apoyo a los Centros,
lejos de la función represiva que había tenido durante el franquismo; y se introducen la acción tutorial y el servicio de
orientación. Se fomentó la compensación
de desigualdades en la educación en los centros de especial dificultad por
su entorno sociocultural o se redujo la ratio escolar.
Pues en todo esto estuvo Alfredo, como Secretario de Estado
de Educación y como Ministro de Educación. Los detractores han hecho mil
chistes para denigrar a la LOGSE, olvidando el memorismo, el adoctrinamiento y
hasta el analfabetismo de que veníamos; o que hasta el 77 había que jurar los
Principios del Movimiento para poder ejercer la docencia. Pero era lógico que
quienes aceptaron la Constitución a regañadientes vieran con malos ojos desde
el principio una Ley Educativa que tomaba como raíz principal la Constitución
Española del 78.
Lo
cierto es que lo peor que pudo pasarle a la LOGSE fue que, a mitad de su
implantación, el cambio de Gobierno en el 96 puso a Esperanza Aguirre al frente
del Ministerio de Educación, lo que suponía emplear más recursos en
desprestigiar una Ley que consideró “del enemigo” que en desarrollarla; y lo
que faltaba: volcar un claro favoritismo hacia la enseñanza privada. Es como si
el propósito del nuevo Gobierno, con Aznar a la cabeza, se hubiera propuesto
hacer la peor aplicación de la LOGSE en la parte que les correspondió, la ESO. De
hecho, en Madrid su Consejera de Educación Lucía Figar destruyó la valiosísima
red de Centros de Formación de Profesorado. Adónde irían a parar material
bibliográfico valiosísimo, aparatos de nuevas tecnologías y multitud de
proyectos de innovación de grupos de trabajo de profesorado durante una década,
de cursos de formación y seminarios?
La transformación de un país a través de la enseñanza y la educación es un camino largo, lento, arduo, salvando obstáculos continuos... pero imparable. Alfredo creyó en ese camino consciente de las dificultades que entraña; pero sin duda guiado por esa tenacidad que siempre tuvo para afrontarlas. Ya no estás con nostros, Alfredo, pero vamos a seguir luchando. Porque recordamos aquello de "podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera". Gracias, Alfredo.